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14 ene 2010

Una pequeña retrospectiva desde la juventud de 2010

Nuevo año. ¿Nueva vida? De momento, alrededor del mundo, ya hay nuevos desastres, como el que ha arrasado con Haití, el país más pobre de América. Un terremoto de 7,3 grados en la escala de Richter es la medida de la desgracia en 2010. La comunidad internacional ha reaccionado rápido, como suele pasar en estos casos. Ahora todos a hincar el codo, después, por desgracia, ya vendrán las deudas y las medallas.

Quince días después de la entrada en este nuevo año, que para mí empezó con buena música en un bar ibicenco, el balance que puedo hacer es increíble. A nivel personal, maravilloso. A nivel público o social, asqueroso y triste. Me sigue repugnando la sociedad en la que vivo: xenófoba, racista, insultante, atrasada, con aires de grandilocuencia, en fin, son muchos los adjetivos que se me ocurren para ella. El día que pueda decir lo contrario, yo seré la primera en alegrarme. Los cambios no vienen solos, por supuesto., y cambios tan importantes en la mecánica política como la entrada en vigor del Tratado de Lisboa aún no pueden ser juzgados. Veremos qué pasa. De todas maneras, y siendo un poco egoísta, me siento feliz. Se me antoja un año interesante a nivel personal, laboral y quién sabe si profesional (no diremos de qué carrera profesional hablo ahora, por si acaso).

He pasado las mejores vacaciones de toda mi vida, los veranos se quedan posiblemente un par de puntos por detrás, y mirad que duran mucho y los últimos han sido intensos. Ha habido encuentros, reencuentros, nuevas amistades, nuevos descubrimientos enormemente satisfactorios -y que espero que vayan para largo-, ha habido conversaciones, silencios cargados de elocuencia, complicidad, ha habido, en definitiva, música. ¿Qué hermoso poder decir eso no? Espero no perder la compañía y encontrar nuevas ventanas abiertas a las que asomarme. Si no, la vida se hace demasiado aburrida...

Vídeo: The Cranberries-----> Salvation

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