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14 jun 2010

De Belafonte y Vandellas

Una canción : Jump in the line, de Harry Belafonte. Cada vez que la escucho me transmite un buen rollo enorme. Este músico, actor y activista social de ascendencia jamaicana y nacido en New York es conocido por popularizar el estilo caribeño de los años 50. De hecho, se le llegó a llamar el Rey del Calypso. La canción, dentro del disco Jump Up Calypso (1961), forma parte de la mítica película Beetlejuice.

¡Aconsejo clickar sobre el vídeo para ver la pantalla completa, que se corta en mi blog por un motivo que desconozco!




Un grupo: Martha Reeves and The Vandellas. Lo descubrí gracias al zurdo (vivo de las recomendaciones), y el ritmo se desprende de sus canciones. Estas chicas Motown sabían lo que hacían. Según Lastfm.com, funcionaron desde 1963 hasta 1972, aunque su mejor etapa concluía en 1967. Grabaron numerosos éxitos y tocaron diferentes estilos como el R&B, pasando por el blues, el rock o el soul. Las listas de los Billboard albergaron los temas de estas chicas en numerosas ocasiones. Os cuelgo aquí Dancing in the street, que no sólo es uno de sus hits sino que también es una de las canciones que más me gustan. La escucho muy a menudo últimamente:

All we need is music, sweet music
they'll be music, everywhere
they'll be swin and swayin
and records playin'
dancing in the streets.


11 jun 2010

Palabras de Eduardo Galeano

Eduardo Galeano es una de esas personas que al emitir silencio dicen muchas cosas, y al hablar, son capaces de crear imágenes que ni siquiera el silencio nos permitiría crear en un momento de soledad. Sin más que decir os cuelgo un vídeo que me descubrió Belén (gracias). Llamadme idealista, pero es precioso.

10 jun 2010

Control Room

"La historia nos dice que los seres humanos tienen una corta memoria. ¿Quién piensa ahora en Estados Unidos y lo que ocurrió en Somalia en 1993? Nadie. ¿Quién piensa en lo ocurrido en Bosnia-Hecergovina? Nadie piensa en eso. La historia la escriben los vencedores. Lo que quede de esta guerra serán sólo guiones y libros de historia. Y eso es todo. La vida continuará. Habrá otros problemas, otras cosas que pensar. Al final sólo quedará una cosa: la victoria. Y nada más. A la gente le gusta la victoria, no le gustan las justificaciones. No tienes que justificar. Una vez que se gana, se acabó". Con esta frase concluye su intervención en el documental Control Room, sobre la cobertura en el terreno de la Guerra de Irak, el productor ejecutivo de la cadena Al Jazeera, Samir Khader.

El conflicto iniciado en Bagdad el 21 de marzo de 2003 por el ejército estadounidense se ha convertido en la guerra en la que más profesionales de la comunicación han muerto. Esta película, dirigida por la premiada documentalista Jehane Noujaim, muestra con numerosas entrevistas a miembros del ejército estadounidense, responsables de estrategia comunicativa y sobre todo periodistas y realizadores establecidos en Irak, la importancia de la cobertura mediática del conflicto, la manipulación informativa existente, la transcendencia de la imagen y la necesidad de estar ahí para contar qué pasa al resto del mundo, a pesar de todo.




3 jun 2010

Manifestantes en Madrid claman en favor de Gaza


El pasado lunes una flotilla de ayuda humanitaria que salía de Turquía con intención de llegar a Gaza fue asaltada por el ejército israelí en aguas internacionales. Se improvisaron concentraciones y manifestaciones en numerosas ciudades de todo el mundo, incluso también hubo reuniones urgentes en el seno de grandes organismos internacionales como Naciones Unidas (de esas que no sirven para nada) y Estados como USA (ídem).

Según diversos medios de comunicación, la manifestación de Madrid llegó a contar con alrededor de 1.500/2.000 personas y recorrió las principales calles de la capital (Alcalá, Cibeles, Recoletos, Castellana) hasta la embajada de Israel.

De momento quiero dejaros algunas imágenes capturadas por Nils Henrik Johansson, amigo y fotógrafo donde los haya.




Varias mujeres ante la embajada de Israel en Madrid.



Se calcula que en Madrid se manifestaron al menos 1.500 personas.



Un manifestante hace el símbolo de la victoria mientras sujeta una bandera palestina.



El momento de inclinar la balanza

Obama se enfrenta a una situación enormemente compleja tras el último ataque israelí en aguas internacionales a la flotilla de ayuda humanitaria que salió de Turquía con destino Gaza, y que ha tenido como principales consecuencias la muerte de al menos diez activistas, más de 620 detenciones y más de 50 personas heridas. El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha cancelado su visita a Estados Unidos, prevista para principios de esta semana. En ella Estados Unidos pretendía llegar a un acuerdo con Netanyahu para anunciar nuevas conversaciones de paz con Autoridad Palestina, pero los planes se han ido a pique y la diplomacia norteamericana debe mover ficha mientras el mundo entero espera su juicio.

De momento ya se han aventurado a emitir un comunicado para anunciar que se pedirán explicaciones y que lamentan “la pérdida de vidas...”. Fanfarria. Saben que no pueden jugar rápido y condenar el ataque, sabían que no podían utilizar su poder de veto en el Consejo de Seguridad de haber habido una resolución de condena al Gobierno de Israel. Lo saben y por eso no moverán ficha hasta que empiecen a verse reacciones. Obama no puede jugársela en esto y sabe que él está en el punto de mira. Su política exterior puede irse al garete si no actúa bien.

Si hasta ahora Obama había liderado las conversaciones de paz entre palestinos e israelíes, el ataque a la flota de ayuda podría interpretarse como una demostración de fuerza por parte de Israel, una provocación quizá, para intentar recordarle a Obama quién ha poseído las riendas de su gobierno hasta ahora: Israel.

Adiós a las negociaciones de paz, bienvenido el caos. La comunidad internacional condena el ataque pero no aislará al Gobierno de Israel como ha hecho éste con Gaza. La retirada de embajadores sería una buena medida de repudio y de condena, porque ¿de qué sirve condenar si al día siguiente continúa la venta de armas de España a Israel? Las mismas armas que se venden a Israel son las que se utilizan para disparar a los palestinos, a los que se considera terroristas. Es sólo una cuestión de imagen pública. La guerra es un negocio muy rentable. Mercado de armamento, industria farmacéutica, transportes, medios de comunicación. Todos ganan dinero con un conflicto así. La dificultad está en hacer ver este hecho. Y ahí es donde juega un papel imprescindible el periodismo preventivo y de investigación. Ahora más que nunca.

El hecho de que se considere terroristas a los palestinos requiere una explicación, un arreglo, que echo en falta en los medios de comunicación. Palestina no es un Estado, por tanto toda violencia que salga del pueblo palestino es considerada sin ninguna dilación terrorismo, un término que ni tan siquiera los expertos en Relaciones Internacionales logran definir con consenso. Israel comete crímenes de Estado y sin embargo no se les aplica ese estatus de terroristas: hay Estado, hay un ejército legítimo para ejercer el uso de la violencia. Eso no quiere decir que tengan más legitimidad para atacar, pero según el Derecho Internacional, si un estado se ve atacado, el uso de la violencia es legítimo para la defensa. ¿Qué legitimidad tiene Palestina, en términos legales, para defenderse de Israel cuando es bombardeada si no se reconoce un Estado Palestino? ¿Por qué se sigue permitiendo que al miliciano de turno se le llame terrorista? No pretende ser esta una defensa del terrorismo. Hamas, por ejemplo, puede haber matado a civiles pero, ¿no lo ha hecho también Israel? ¿No lo ha hecho a propósito? Basta de mentiras. Basta de eufemismos. Llamemos a las cosas por su nombre.

Ni la ONU, ni la Unión Europea, ni Estados Unidos moverán un dedo más allá del que se utiliza para ordenar el envío urgente de un comunicado de prensa. Es ahora y no más tarde, cuando mueran más activistas internacionales (cada día muere algún miliciano o civil en las calles de Gaza y no se hace nada), cuando es necesario moverse rápido. El quinto poder del que habla Ignacio Ramonet, el poder social, el poder crítico de quienes vigilan a los medios de comunicación y a los gobiernos y mercados, debe alzarse y decir ¡basta!