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29 oct 2009

'Neolingüismos', Marx y nuestros días


Hasta George Orwell se imaginaba, cuando escribió 1984, un mundo de opresores y oprimidos en el que el proletario vive bajo la amenaza, sin saberlo, de quienes tienen el poder, como lo hicieron en su momento Karl Marx y Frederic Engels. ¿Qué cambia? En 1984 el poder lo tienen los mismos siempre y en el mundo capitalista de hoy prácticamente también, y aunque cambian las personas u organismos que lo lideran, no pasa lo mismo con los objetivos o las formas. ¿Imaginaban Marx y Engels que su propuesta revolucionaria tendría sentido en un futuro lejano, incluso dos siglos después? Seguramente sí, pues "la historia de todas las sociedades es la historia de las luchas de clases", como reza el propio Manifiesto Comunista (1848) que escribieron juntos.

La crisis económica mundial es consecuencia del afán de enriquecimiento de la clase rica, que además, obtiene la protección de los organismos hipócritamente representantes de la ciudadanía. Es un hecho probado en los titulares de los medios de comunicación, que desde el comienzo de la llamada recesión -bonito eufemismo-, han informado, criticado y aplaudido los rescates impulsados por los entes que gestionan el capital público, justificados en la estabilidad mundial. Pero, ¿cuántas familias de clase media-baja han sido rescatadas en esta crisis? ¿Cuántos millones de dólares se han destinado a centros sociales para dar acogida a las personas sin hogar? ¿Cuántas veces se ha hecho la vista gorda a estas situaciones? ¿Cuántas más habrá que esperar? El hecho es que Marx y Engels tenían razón. La burguesía existe hoy de la misma manera que existía en 1848, y también existe, como en aquel tiempo, una enorme cantidad de personas viviendo en la más absoluta miseria, sin educación, sin derechos y como consecuencia, sin capacidad para preocuparse por su instinto de supervivencia.

Cierto es que en los tiempos de la Revolución de la clase obrera había un factor vagamente desarrollado: la multinacional. A mediados del siglo XIX el capitalismo no se encontraba tan desarrollado como hoy. Los estados establecían sus colonias en tierras ajenas, alegando su derecho a la propiedad y a la explotación tras invadirlas y esclavizar a sus poblaciones. Hoy quienes lideran el sistema son ya empresas, grandes multinacionales que habiendo extendido sus ramas de poder por medio mundo o gran parte, manipulan al Estado y a sus líderes políticos. La ciudadanía no sabe a quién vota. ¿A un candidato o candidata electoral? ¿A un partido? ¿O tal vez está facilitando el acuerdo entre dos importantes empresas de Estados Unidos? El efecto mariposa es incalculable. No es la ciudadanía la que decide, pues lo que vote no importa. Más allá está la gran empresa capitalista, capaz de descolocar un gobierno si se lo propone o de marcar las directrices.

Es por esto que cobra hoy sentido esa frase del Manifiesto Comunista: "Proletarios de todos los países, ¡uníos!". Porque ahora, como siempre, estamos a punto de hacer desaparecer, como hace Orwell bajo el manto de la literatura, la libertad.